viernes, 24 de octubre de 2008

El Tour cae enamorado del Gigante de la Provenza

Este miércoles se presentó la 96ª edición del Tour de Francia. El mayor atractivo para el público es, año tras año, el momento en el que se desvela el recorrido. Pero en estos tiempos inciertos, otros asuntos polarizan la atención: las dudas sobre la participación del retornado Armstrong, la presencia en París de los tres últimos ganadores de la carrera, casualmente (¿o causalmente?) españoles... estos aspectos han restado protagonismo entre el público general al itinerario por el que transitarán los ciclistas el próximo mes de julio.

Unos pocos titulares ("numerosos días de montaña", "Mont Ventoux el día antes de París", "pocos kilómetros contrarreloj", "favorable a Contador") y asunto solventado.
Los entendidos han urgado con más ahinco y la opinión general es que no ha gustado: "falta de puertos Horse Categorie", "toda la carrera condicionada al Ventoux", "contrarrelojes indignas del Tour", "oportunidad para Valverde"... ¿Estamos hablando de la misma carrera? Sí, pero vista desde dos prismas distintos.

En este blog no vamos a dedicarnos a comentar el recorrido etapa por etapa, puesto que en otros espacios ya lo han hecho, con mucho mejor resultado de lo que lo haríamos nosotros (ver Ruedas y Cuadros o Desde mis pedales).

Una vez que cada uno nos hemos hecho nuestra idea del recorrido, vamos a ver qué es lo que dice quien más tiene que opinar: el Tour.
  • Para empezar, por supuesto, una referencia a la salida, en Mónaco. La primera etapa (que no prólogo: si alguien se queda fuera de control será eliminado) mostrará los encantos del Principado.
  • Después, una grata recuperación: la contrarreloj por equipos. Tres años de ausencia crean la suficiente expectación ante el regreso de una prueba que ha dado bellos momentos como la exhibición de la ONCE en Saint Nazaire en el 2000, o las clases magistrales de Ti-Raleigh en los años 70 y 80.
  • Otro dato más: el acercamiento al mar Mediterráneo, en la primera semana, que es donde más luce, con estancias en tres grandes ciudades del Mare Nostrum como Mónaco, Marsella y Barcelona.
  • Sobre las contrarrelojes individuales, el Tour confirma que este año, con solo 55 kilómetros de lucha individual, será una de las ediciones con menos predominio de esta especialidad.
  • Por último, la montaña. Es significativo que la imagen de esta edición sea una alegoría del Mont Ventoux arropado por un maillot amarillo. Significativo también que al narrar las características del recorrido, sólo se nombre el primer gran puerto (Arcalís) y el último (Mont Ventoux), soslayando todo lo que hay en medio, Tourmalet incluído. Y significativo, finalmente, que en todos los lugares de la página web en los que se fija la mirada se encuentren referencias al Gigante de la Provenza. No hay duda. El Tour ha caído enamorado del Ventoux. Como un apasionado amante, se ha rendido a él y le ha entregado un recorrido que aspira a dejar toda la emoción para ese penúltimo día. Apunten la fecha: sábado 25 de julio. Ahí ya sabremos si el amante ha sido cegado por Cupido o si esta unión acaba deparando una de las mejores ediciones de los últimos años.


En resumen, con las características y particularidades que distinguen cada edición, el Tour este año juega claramente una carta: todo o nada por el Mont Ventoux. La ronda organizada por ASO juega con ventaja. Su poder, tradición, situación en el calendario deportivo (ese mes de julio sin acontecimientos relevantes) impiden que cualquier resbalón le haga más que rasguños. Pese a ello, en los últimos años es una carrera conservadora, con pequeñas variaciones y modificaciones.

Este año, la gran apuesta es ésa: jugarse la carrera a 24 horas de los Campos Elíseos y en unas rampas míticas. El Giro fue más lejos en el año 75: puso su final en la cima del Stelvio y allí se jugaron la carrera Bertoglio y Galdós separados por 41 segundos. Si eso ocurriera este verano en las rampas del Ventoux, el Tour se estaría frotando las manos. Las míticas imágenes del año 87 con la cronoescalada estratosférica de Bernard y ese último kilómetro inundado de gente seguro que se quedarían pequeñas.

Fotos:
www.amigosdelciclismo.com
www.cyclingnews.com
www.letour.fr

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