lunes, 29 de diciembre de 2008

Giro de Italia 1988: el infierno helado del Gavia (Parte III)

La salida de ese mítico día estuvo presidida por la lluvia. Los corredores, embutidos en sus chubasqueros, sabían que se enfrentaban a uno de esos días que no les gustan, en los que salen a la carretera básicamente a sufrir. Su único consuelo, la brevedad de la etapa, de solo 120 kilómetros: bajar desde Chiesa Valmalengo, un rápido llanito, la subida tendida a Aprica, una bajada aún más tendida, la subida al Gavia lo antes posible, y de nuevo a bajar a Bormio y refugiarse rápidamente en el hotel. Antes de que se hubieran enterado estarían confortablemente resguardados. Esas eran las previsiones. No sabían lo largo que se les iba a hacer el día.


Como en toda historia épica, siempre tiene que haber locos que luchen por imposibles, que desencadenen las tormentas que nadie puede parar a posteriori. Este día iba a ser el turno del suizo Joho y del italiano Pagnin, dos corredores de esa estirpe que se sentian más cómodos escapados que dentro del pelotón. Así pues, el paso por Aprica lo coronan ellos dos, precediendo a un pelotón que, azotado por la lluvia, va pasando los kilómetros y continúa su penar hasta Ponte di Legno. Al frente, el Gavia. Un puerto en otras condiciones precioso, pero que ahora se antoja la viva imagen de las puertas del infierno. Mientras la lluvia continúa minando las fuerzas, al frente solo se distingue una tormenta de nieve. El primer valiente en intentarlo en el Gavia es el belga Van der Velde. El espectador que conozca el desarrollo de los acontecimientos y lo que pasó unos kilómetros más arriba, no puede menos que asustarse viendo que su único resguardo frente al frío es la maglia ciclamino que porta como lider de la regularidad. Otros, como Hampsten, habían sido más precavidos, enfundandose numerosas prendas para prevenir el descenso de temperatura. Tal vez en esas elecciones estuvo el destino de la etapa y, por ende, del Giro.


Como decíamos, Van der Velde había atacado y superado a los dos fugados del día. Iba como una bala, enfilado a la victoria. Por detrás, Hampsten lanza el ataque que vale un Giro: seco, duro, y al que nadie puede contestar. Unos kilómetros después, Breukink consigue darle caza. Por detrás, la lucha es por la supervivencia. Mientras algunos como el joven Giovanetti, Zimmermann o Chiocchioli resisten dignamente, los Delgado o Bernard bastante tienen con luchar contra la tempestad que arrecia. Otros, como Visentini y Saronni, se han dado cuenta de que la jornada dirime algo más importante que el deporte en sí, y se han desentendido. Circulan ya perdidos a muchos kilómetros.



Finalmente, Van der Velde corona el gigante. Atrás quedan las penurias de la subida. Pero lo peor está por venir. A menos de un minuto del belga pasan Hampsten y Breukink. Los demás van llegando como pueden y se abrigan con todo lo que encuentran. Eso los primeros, los que se están jugando la carrera. Los de detrás, que llegan con los rostros desencajados, lo único que quieren es que se acabe la pesadilla. Algunos, como el frances Dominique Gaigne, compañero de Bernard en Toshiba, se niegan a continuar, a bajar por esa carretera que solo promete un sufrimiento aún mayor. Los tifosi, que ese día estuvieron inmensos, se dedican a frotar las manos de los ciclistas para que recuperen la sensibilidad y puedan accionar los frenos en el descenso. En fin, las imágenes son más propias de una guerra que de un espectáculo deportivo.

Porque efectivamente, espectáculo deportivo había y se estaba dilucidando muchos kilómetros más abajo, una vez terminado la parte más dura del descenso. Las noticias que llegaban eran que Hampsten había dejado a Breukink y era cabeza de carrera. Pero... ¿y Van der Velde? Como muchos sabrán, Van der Velde coronó el Gavia en cabeza y en el descenso hacia Bormio perdió la temperatura, la etapa y hasta su carrera deportiva.

El belga había pasado la cima el primero y, tras ponerse un chubasquero, se lanzó hacia Bormio. No duró ni 2 km. Esa fue la distancia que recorrió hasta que, destrozado por el frío, tuvo que poner pie a tierra y meterse en una de las rulotes que jalonaban el descenso. Así, primero Hampsten, luego Breukink y muchos más corredores le adelantaban. Finalmente, 46 minutos y 49 segundos después de que hubiera llegado el ganador, el bueno de Van der Velde cruzaba la línea de meta. Teniendo en cuenta que a 20 km de la misma aún era cabeza de carrera, resulta increible tamaña pérdida de tiempo. Así pues, la etapa estaba perdida. El resto del Giro el belga anduvo como alma en pena, aunque se intentó meter en alguna que otra escapada. Incluso consiguió retener esa maglia ciclamino como lider de la regularidad. Pero a partir de ahí, nada. Su carrera estaba terminada, se había acabado un 5 de junio de 1988 bajando el mítico Gavia. El año siguiente pasó al TVM, y acabó su trayectoria en 1990 en el Carrera. La edad, el abuso de anfetaminas y el recuerdo de esta pavorosa etapa cerraron su etapa como profesional y le sumieron en unos años de desaparición pública, de los que salió hace no mucho al lado de su hijo Ricardo, también profesional.

Volvamos a la etapa. A 10 km del final queda claro que Hampsten está en cabeza, una vez eliminado Van der Velde de la lucha. Pero aún más sorpresas estaban por llegar: Breukink, recuperado, empieza a recortarle tiempo hasta que llega a su altura y le pasa como a un amateur, sin que el lider del Seven Eleven pueda hacer otra cosa que mirar como se alejan sus opciones de ganar en este día. Unos kilómetros más tarde, en Bormio, el sufrimiento termina para Breukink, ganador de etapa, que puede empezar a disfrutar la gloria de ganar una jornada tan mítica. Hampsten llega a 7 segundos, suficientes para no ser pasado por el holandés en la general. A partir de ahí, el desierto. A 4:39 llega el joven Tomasini. A 4:55 Giupponi, después de ayudar en los últimos kilómetros a su compañero de equipo, el lider Chiocchioli. Tras él, y en una diferencia de pocos segundos fruto de la falta de fuerzas, llegan Giovanetti, Zimmermann y el propio Chioccioli. Éste ha defendido su maglia rosa con valentía, pero la tormenta ha sido demasiado para él. Tendrá que esperar 3 años para volver a encontrarse en una situación parecida, pero esta vez no habrá ningún Gavia nevado y no la desaprovechará.

Los minutos siguen cayendo escandalosamente a muchas de las figuras del pelotón: 7:08 para Delgado, 9:21 para Bernard, 15:35 para Alcalá y Sorensen... a 30 minutos llegarán Visentini y Saronni, desentendidos de lo que ha pasado por delante. La clasificación ha sufrido un vuelco total, y todo parece indicar que es cosa de dos corredores. El estadounidense Hampsten es el primer corredor de su país en vestir la maglia rosa. A pocos segundos de él (concretamente 15) queda el holandés Breukink. El tercero, el antiguo lider Chioccioli, está ya a 3:54. Los Carrera, que tan controlado tenían el Giro horas antes, se han quedado con la única baza de Zimmermann, que está cuarto a 4:25. Giupponi es quinto a 4:55. Los demás están ya a diferencias siderales, como por ejemplo Bernard a 9:37 o Delgado a 10:41.

Eso, en lo que respecta a lo cuantificable. Porque el daño interno fue mucho mayor. La imágenes en Bormio eran dantescas, con los corredores llorando, retorciéndose de dolor... muchos de ellos hicieron la mayor parte de la bajada en los coches de equipo, se bajaron de los mismos a 3 kilómetros de meta y cumplimentaron en sus bicis ese último tramo de etapa. No hubo descalificación por parte de la organización, que entendió las circunstancias. Muchos profesionales quedaron marcados. Pero habían conseguido sobrevivir al infierno helado. Ellos lo podrían contar con orgullo muchos años después.

domingo, 21 de diciembre de 2008

Giro de Italia 1988: el infierno helado del Gavia (Parte II)

Visto el recorrido y los participantes, la carrera prometía mucha emoción y grandes momentos. Las 3 siguientes semanas corroborarían o refutarían esa impresión.

El caso es que la carrera comenzó con uno de los favoritos ganando la primera crono y asustando a sus rivales. Bernard se adjudicaba el primer rosa aunque, todo hay que decirlo, se vió beneficiado por la caída del corredor que realizó los mejores pasos parciales: Tony Rominger. El suizo del Salotti Chateau D´ax se quedó a solo 3 segundos del lider del Toshiba, así que sin ese incidente la etapa hubiera sido suya. Bernard, merced a las bonificaciones (que también se aplicaban en las cronos, ¡hasta en la CRE!) empezaba a sumar diferencias, siendo la más notable los 48 segundos que le quitaba a Delgado (28 reales más 20 de bonificación). Hampsten y Zimmerman también comenzaban con una renta perdida de 40 segundos, mientras que otros favoritos como Visentini y Breukink dejaban las pérdidas por debajo de los 30 segundos.

Tras dos etapas de transición, con victorias al sprint de Bontempi y del suizo Joho en una escapada "made in Ariostea", llegó el primer gran esfuerzo de la carrera. Etapa con doble sector, siendo el vespertino la contrarreloj por equipos de Urbino. Pero en el matutino se produjo una sorpresa, en cuanto que el desconocido Podenzana (que posteriormente llegó a ser campeón de Italia) cambió el maillot de su equipo, el Atala (uno de los más curiosos del pelotón profesional, parecían presidiarios) por la maglia rosa de lider, merced a una escapada en solitario que llegó a meta con más de 5 minutos de ventaja. Otro dato a destacar de este sector matinal fue la caída de Bugno, que le forzó al abandono. A consecuencia de esta caída, el bueno de Gianni sufrió durante toda su vida pánico a los descensos, lo que tuvo que combatir ayudado por sesiones de música clásica (de Mozart concretamente). Quién sabe lo que hubiera llegado a ser la carrera de Bugno durante los noventa sin ese miedo, que le retrajo en numerosas ocasiones de usar tácticas más arriesgadas. Volviendo a esta cuarta etapa, por la tarde, el Del Tongo dejaba claro que era el equipo más fuerte de este inicio de carrera. Ganaba la crono y dejaba a sus mejores hombres (Piasecki, Saronni, Chiocchioli y Giupponi) amenazando peligrosamente el liderato de Podenzana. El Carrera (vencedor el año anterior de la CRE tanto en Giro como en Tour) quedaba segundo, dejando también muy bien colocados a sus hombres fuertes (Visentini, Zimmermann y Maechler). De momento, el Giro era cosa de italianos y los extranjeros dejaban hacer.

Al día siguiente, sprint en Santa Maria Capua Vetere con victoria de nuevo de Bontempi. Una caída en los últimos kilómetros sembró el pánico en el pelotón. Pero las miradas estaban puestas en la sexta etapa, con final en Campitello Matese. Un puerto sin excesiva dureza, pero que serviría para ver los primeros desfallecimientos. Además, el mal tiempo contribuyó a aumentar la dificultad del día. No era más que un anticipo de lo que esperaba en en jornadas posteriores.

Y en Campitello Matese el esperado Delgado pegó el petardazo, siendo el favorito que más tiempo perdió. Hasta el lider Podenzana (que retuvo la maglia) lo hizo mejor que él. Por delante la batalla era por la victoria de etapa, puesto que los grandes eran conscientes de que en un puerto como este no se podían abrir grandes brechas, excepción hecha de desfallecimientos como el de Delgado. Así pues, Chiocchioli era el que conseguía el demarraje bueno, llegando a meta con unos segundos de ventaja sobre los jefes de filas. Entre ellos, los más fuertes eran Zimmermann y Hampsten, que se dejaban 12 segundos con el corredor del Del Tongo pero arañaban 11 a un gran Rominger, 19 a Breukink y 23 al grupo de Bernard y Visentini. A destacar de la etapa también la lucha del Zahor, el único equipo español junto al Reynolds, que lo intentó en la subida final con ataques de Ocaña y Van Bravant. Tras el primer contacto con la montaña, Podenzana solo conservaba 45 segundos sobre Chiocchioli, 1:18 y 1:40 sobre la dupla del Carrera (Zimmermann y Visentini respectivamente), 1:43 sobre el joven Giupponi, 2:18 sobre Rominger, cuyo rendimiento en una carrera de 3 semanas era una incognita pero de momento estaba bien situado, 2:30 sobre Breukink y 2:38 sobre Hampsten. Bernard estaba ya más retrasado, a 2:59, mientras que Saronni, Winnen o Alcalá, a unos 4 minutos, habían dejado claro que no iban a luchar por los puestos de honor. Otro tanto para Delgado, en el puesto 37 a casi 6 minutos. Pese a sus declaraciones, en las que prometía que todavía podía ganar el Giro, estaba por ver si no llevaría su cabeza hasta el Tour.

Tras esta etapa, la calma llegaba al pelotón. Etapas sin grandes dificultades orográficas, mientras el Giro se encaminaba al norte, a la temida montaña dolomítica. Kappes se llevaba la siguiente etapa, con meta en Avezzano, en un sprint condicionado por la ausencia de Bontempi, que no pudo superar las mínimas dificultades orográficas de la jornada. Al día siguiente, en una etapa que se preveía tranquila, Toshiba repetía victoria merced a una gran actuación en los últimos kilómetros, que picaban ligéramente hacia arriba. Tanto Delgado como Jeff Bernard querían sacarse la espina de Campitello Matese, pero fue el francés el que más facilidad demostró en su ataque. Tras él saltaron el segoviano y Hampsten, pero no consiguieron contactar y fueron absorbidos por el pelotón. El golpe de mano de Jeff había sido espectacular y efectivo, recortando entre las bonificaciones y su propia ventaja 48 segundos. Subía hasta el séptimo puesto de la general, a 2:11 del liderato. Y en el pelotón se comenzaba a temer al francés. Parecía que su estado de forma, unido a su clase, le hacían ser superior al resto de sus rivales.

En las dos siguientes etapas, sendas volatas con victoria de sprinters italianos, Di Basco y Rosola. El primero un joven valor que hacía su presentación con esta actuación, y el segundo un veterano maestro dando sus últimos destellos de clase. Esto, en lo puramente deportivo. Pero, mientras el pelotón transitaba por carreteras soleadas, estos días lo que más se comentaba eran los rumores que apuntaban a mal tiempo en los Alpes Réticos y posibilidad de cancelar el ascenso tanto al Gavia como al Stelvio. La Cima Coppi (el Stelvio) tenía la carretera completamente nevada. Por su parte, del Gavia llegaban rumores que apuntaban el deficiente estado de la parte no asfaltada del puerto. Las dudas comenzaban a llegar al pelotón, aunque aún faltaban días para afrontar esos colosos.

La última etapa antes del atracón de montaña era la que debía finalizar en Colle Don Bosco. Pero unos manifestantes boicotearon la jornada. Torriani, el patrón del Giro, llegó a un acuerdo con ellos para que cesaran su boicot a cambio de ser filmados por la RAI. A pesar de ello, la organización no se fiaba y adelantó la línea de meta un kilómetro. El suizo Stuzt iba escapado, pero los coches seguidores le ordenaron parar la marcha, siendo absorbido por el pelotón, que entró agrupado en meta. Finalmente, se decidió dar por anulada la etapa, robando de esa manera el triunfo al suizo. Otro escándalo más, característico de los giros ochenteros.

Así pues, al comenzar el bloque montañoso (etapas de Selvino, Chiesa Valmalenco, Bormio, Merano 2000 e Innsbruck) la general estaba comandada por un lider de paja (Podenzana) que sacaba 45 segundos a Chiocchioli, un escalador del que se dudaba su fiabilidad, 1:18 a Zimmermann y 1:40 a Visentini, los corredores del Carrera, que en este momento parecían los mejor situados, 1:43 a Giupponi, la otra baza del equipo Del Tongo, 2:08 a Rominger, 2:11 a Bernard, que parecía el corredor más fuerte de la carrera, 2:30 a Breukink, 2:38 a Hampsten y 2:46 a Van Der Velde. Entre estos hombres debía estar el Giro.

El primer contacto con la montaña era sobre el papel el más flojo. Pese a contar con 3 puertos intermedios, la etapa se limitaba prácticamente los últimos 11 km del día, la ascensión a Selvino. Al no ser un puerto de grandes pendientes, se sabía que la diferencia iba a estar en segundos. Y así fue, excepto para el lider Podenzana. Los Del Tongo llevaban días planeando el asalto a la maglia rosa, y marcaron un fuerte ritmo que destrozó a la maglia rosa en los puertos intermedios. Acabaría llegando a meta a más de 16 minutos. Junto a él, el otro gran derrotado del día era Rominger, que se dejó otros 16 minutos y su buena plaza en la general. Se confirmaba que el suizo del Salotti era un corredor de clase pero al que se le atragantaba el paso de los días. De este sambenito no se desprendió hasta 4 años después, cuando ganó la Vuelta a España.

Mientras tanto, por delante se estaba jugando la victoria de etapa. Los Zahor volvieron a ser los más combativos. Atacó Juan Tomás Martínez al inicio de la subida final. Pero los Del Tongo lo querían tener todo controlado, y pusieron a tirar a Saronni, que desbarató tanto este intento como el posterior de Ocaña. En el momento en el que murió el ataque de Ocaña, a tres kilómetros de meta, atacó Hampsten. Delgado saltó a su rueda, pero el grupo volvió a darles caza. El americano lo probó de nuevo, junto a Breukink. Pese a que el holandés volvió a ser cazado, Hampsten abrió hueco. Perico volvió a intentar darle caza, pero ya era tarde. El corredor del Seven Eleven se había marchado hacia la victoria y el esfuerzo solo le reportó al segoviano ser segundo y arañar bonificaciones, puesto que el resto de favoritos (Breukink, Bernard, Visentini, Zimmermann y Chiocchioli) llegaron pisandole los talones, a 15 segundos del triunfador del día. Giupponi era de los corredores del grupo cabecero el que más justo llegaba, dejandose 27 segundos. Así pues, los Del Tongo lograban su objetivo, vistiendo a Chioccioli de rosa. Pero la dupla del Carrera seguía amenazadora, a 33 y 35 segundos. Giupponi se dejaba ya 1:10 sobre su compañero de equipo, mientras que el triunfador del día, Hampsten, era protagonista de un buen salto en la general, hasta el 5º puesto a 1:18. Bernard, que no había demostrado esa superioridad que se esperaba de él, estaba a 1:26, mientras el combativo Breukink se encontraba a 1:45. Esos eran los corredores en el límite de los 2 minutos, y los que se iban a jugar el rosa al final del Giro. Delgado había iniciado la remontada, pero los 4:43 que perdía en la general le ponían las cosas sumamente difíciles. Aunque, como él mismo decía, quedaba mucha montaña. Lo que en ese momento eran diferencias de segundos, dentro de no mucho serían diferencias de muchos minutos.

Al día siguiente, sin descanso, otra etapa montañosa. Una jornada muy corta, de 129 km, pero con una auténtica pared por en medio: el Passo di San Marco. Allí, un corredor quiso tomarse la revancha por lo sucedido el día anterior. Rominger atacaba en las rampas más duras del coloso, superaba a Ocaña (de nuevo batallador) y se marchaba hasta coronar en solitario, con 2 minutos de ventaja. Por detrás, Hampsten volvía a mover la carrera, llevandose con él al resto de favoritos. El que no estaba con ellos era Delgado, que antes de la cima protagonizaba una buena remontada y los cazaba. En el descenso, Rominger ampliaba la diferencia hasta los 4 minutos. A pie del último puerto ya tenía 5 minutos de renta. El final en Chiesa Valmalenco era sin embargo muy descafeinado, así que el suizo no tuvo problemas en imponerse con 4 minutos de ventaja. Por detrás llegaba un pelotón de 33 unidades todos en el mismo tiempo. La batalla había acabado en tablas en esta jornada. Pero al día siguiente todos sabían que se iban a decidir muchas cosas.

Esta etapa salía de Chiesa Valmalengo y, tras pasar por el puerto de Aprica, encaraba las terribles rampas del Gavia, cuya cima estaba a 24 kilómetros de la meta, en Bormio. Era, de nuevo, un día corto, pues solo se disputaban 120 km. Pero era una jornada muy temida, tanto por el coloso como por las condiciones climatológicas. Por un lado, el Gavia solo se había subido en una ocasión, 1960, siendo coronado por Massignan, que era adelantado en el descenso por el ganador de la etapa, nada menos que Charly Gaul. Los informes hablaban de un puerto con porcentajes muy duros y con la parte final sin asfaltar. Además, el parte meteorológico indicaba posibilidades de tormenta de nieve, lo que a la altura a la que se coronaba el Gavia (2621 m) presagiaba un día durísimo. Pero ni los más pesimistas se podían imaginar cuanto al irse a acostar la noche del 4 de junio de 1988.

lunes, 15 de diciembre de 2008

Giro de Italia 1988: el infierno helado del Gavia (Parte I)

20 años han pasado desde aquella mítica jornada en la que los supervivientes de la 71ª edición del Giro de Italia tuvieron que afrontar la subida y posterior descenso del Passo di Gavia, en el reccorrido de la etapa que unía Chiesa di Valmalengo con Bormio. Fue uno de esos días que quedan marcados en la conciencia colectiva de un deporte. La frase más repetida fue que los corredores que consiguieron llegar a Bormio se habían ganado el carnet de ciclista para toda la vida. Poco importaba el puesto, ni el tiempo perdido. En una jornada tan dantesca, el deporte dejó de ser deporte y se convirtió en supervivencia. Hacía muchos años que no se vivía una etapa así. Han pasado otros 20 y no se ha repetido. Momentos para la historia, recuerdos que se fijan en la memoria y no se borran con el paso de los años: Van der Velde coronando el Gavia el primero y perdiendo 45 minutos unos kilómetros más abajo, en la meta de Bormio; Chiocchioli dejándose la maglia rosa y entrando en un túnel del que no saldría hasta 3 años después; Delgado con las manos casi cogeladas; Roberto Pagnin con cara agonizante tras cruzar la meta; todos los corredores ateridos, en unas imágenes que reflejaban a la perfección hasta dónde puede llegar el sufrimiento asociado a este deporte.

Pero, ¿eso fue todo? No. El giro 1988 fue una bellísima carrera, cuyo cenit fue esa 14ª etapa, pero que tanto antes como después tuvo un desarrollo muy interesante que intentaremos reproducir aquí. Fue una carrera con numerosos hechos relevantes. Si bien estuvo marcada por completo por la etapa del Gavia, el resto de jornadas no desmerecen demasiado la fama que ha alcanzado esa etapa de Bormio. Cierto, fue un Giro en el que aún se apreciaban los defectos que la carrera italiana arrastraba en los años ochenta: etapas anuladas, otras recortadas (aunque justificadamente, visto lo visto), pasividad en muchas etapas hasta los últimos kilómetros, sanciones que no se cumplían, plantes del pelotón... pero también aparecen los primeros síntomas de recuperación tras el periodo de Moser (que se retiraba ese año) y Saronni (en su penúltimo año como profesional).

Empecemos, pues, con la participación: Moser ya no estaba, y Saronni ya no intentaba más que conseguir triunfos parciales. Así pues, todas las esperanzas italianas estaban puestas en Visentini, tras su victoria en el 86 y su enfrentamiento con su compañero Roche en el 87. De todas formas, los 31 años que cumpliría el capitán del Carrera durante el Giro debían empezar a pesar. Más aún, cuando en su equipo estaba el suizo Zimmermann, que ya sabía lo que era ser podio en el Tour. El resto de la armada italiana no podía soñar con ganar una prueba de la entidad del Giro. El relevo generacional estaba ya en marcha, pero las futuras estrellas transalpinas estaban aún en pañales: Bugno era un corredor con gran punta de velocidad pero sin resistencia, Chiappucci no pasaba de ser un gregario batallador, y los que ya estaban destacando como Argentin y Fondriest, no tomarían la salida debido a sendas lesiones.

¿Y enfrente? Pues estaban todos los verdaderos favoritos, que se iban a jugar la carrera entre ellos, pese a que el nombrado por todos fuera Visentini debido a su condición de local. En cabeza de las apuestas, Delgado y Bernard, podio del pasado Tour junto al ausente Roche, baja para toda la temporada. El segoviano había decidido probar suerte ese año en el Giro, con el consiguiente revuelo que causó su ausencia en la ronda patria, que a punto estuvo de costarle la participación al Reynolds. Pese a que el objetivo principal era el Tour, no renunciaba a nada, manifestando incluso que sería el primer español en ganar el Giro. Las cosas acabarían poniendo a cada uno en su sitio. En cuanto a Bernard, había sido la gran revelación del pasado Tour, y todos le auguraban un futuro esplendoroso. Al igual que el segoviano, tenía el Tour en mente, pero en aquella época no se dejaban pasar oportunidades de ganar el Giro así como así.

El siguiente escalón lo encabezaba Breukink. Pese a su juventud, ya había sido podio el año anterior, quitándole el puesto a Marino Lejarreta. Además, parecía el corredor más en forma los meses anteriores; no en vano se había adjudicado el Criterium Internacional y la Vuelta al País Vasco. Junto a él, las apuestas daban posibilidades a corredores como el citado Zimmermann, Hampsten... poco más había donde elegir. Si acaso, una posible sorpresa como el suizo Rominger, o ver si el americano Lemond era capaz de recuperar su nivel anterior tras su accidente de caza que le tuvo en blanco en el año 1987 y la tendinitis que le amargó el año 1988.

En cuanto al recorrido, era variado e interesante. Pocos podían pensar el 23 de mayo de 1988, día de comienzo de la carrera italiana, en lo que iba a suceder 13 días después en las nevadas laderas del Gavia. Aún así, todo el mundo consideraba esa etapa como la reina de la carrera. Pero había muchos otros puntos donde dar espectáculo. El Giro empezaba con una crono que haría de prólogo, para dos días después afrontar una contrarreloj por equipos. Posteriormente, el típico primer final en alto de la ronda transalpina, en este caso en Campitello Matese. En los últimos diez días, un auténtico empacho montañoso: las etapas de Selvino, Chiesa Valmalenco (con el Passo di San Marco), Bormio (con el Gavia), Merano 2000 (con el Stelvio, aunque recién comenzada la etapa) e Inssbruck (con el Passo del Rombo) precedían a una cronoescalada del Valico del Vetriolo. Por si quedara algo por decidir, una etapa en la que se sale de los Dolomitas atravesando el Passo Duran, y el punto final con una crono en la última etapa, en Vittorio Veneto, en las cercanías de Venecia. Como se puede ver, un recorrido selectivo, aunque con la trampa de que los puertos más duros (a excepción del Gavia), tales como el Stelvio, Rombo y Duran, estaban muy lejos de meta. ¿O eso sería un acicate para ver grandes batallas durante multitud de kilómetros?

El recorrido completo era éste:

ETAPAFECHARECORRIDOKM
23 de mayo Urbino9 (CRI)
24 de mayo Urbino-Ascoli Piceno230
25 de mayo Ascoli Piceno-Vasto184
4ªa26 de mayo Vasto-Rodi Garganica123
4ªb26 de mayo Rodi Garganica-Vieste40 (CRE)
27 de mayo Vieste-Santa Maria Capua Vetere260
28 de mayo Santa Maria Capua Vetere-Campitello Matese137
29 de mayo Campitello Matese-Avezzano178
30 de mayo Avezzano-Chianciano251
31 de mayo Pienza-Marina di Massa239
10ª1 de junio Carrara-Salsomaggiore190
11ª2 de junio Parma-Coll con Bosco229
12ª3 de junio Novara-Selvino205
13ª4 de junio Bérgamo-Chiesa Val Malenco129
14ª5 de junio Chiesa Val Malenco-Bormio120
15ª6 de junio Bormio-Merano 200083
16ª7 de junio Merano-Innsbruck176
17ª8 de junio Innsbruck-Borgo Valsugana221
18ª9 de junio Levico Terme-Valico del Vetriolo18 (CRI)
19ª10 de junio Borgo Valsugana-Arta Terme233
20ª11 de junio Arta Terme-Lido del Jesolo212
21ªa12 de junio Jesolo-Vittorio Veneto73
21ªb12 de junio Vittorio Veneto43 (CRI)


Aquí podemos ver los perfiles de las principales etapas:



1ª Urbino (CRI)

4ªb Rodi Garganica-Vieste (CRE)

6ª Santa Maria Capua Vetere-Campitello Matese

12ª Novara-Selvino

13ª Bérgamo-Chiesa Val Malenco

14ª Chiesa Val Malenco-Bormio

15ª Bormio-Merano 2000

18º Levico Terme-Valico del Vetriolo (CRI)

19ª Borgo Valsugana-Arta Terme


21ªb Vittorio Veneto

Todo estaba preparado para la lucha, tanto los contendientes como el terreno...

jueves, 13 de noviembre de 2008

Dos años sin Gálvez

Justo un día como hoy, hace dos años, los aficionados al ciclismo nos despertamos con una trágica noticia: Isaac Galvez había fallecido. El de Vilanova i la Geltrú se dejaba la vida en el velódromo Kuipke de Gante, mientras disputaba la prueba de Madison englobada dentro de los Seis Días ciclistas de la ciudad belga, prueba que celebraba su 66ª edición. Una fatal caída tras chocar con el belga Dimitri de Fauw le hizo estrellarse contra la valla exterior del anillo, lo que le provocó la fractura de varias costillas que afectó al corazón y a los pulmones. Poco se pudo hacer por él. Pese a los intentos de reanimación y su rápida evacuación al Hospital Universitario de Gante, el catalán moría, como los grandes héroes, en el campo de batalla.

La muerte de Gálvez, de 31 años, conmocionaba al mundo del ciclismo. Isaac dejaba un vacío importante en los corazones de mucha gente, pero quienes más lo echarían de menos serían sus dos parejas: Davinia, su esposa desde hacía apenas dos semanas, y Joan Llaneras, su inseparable compañero en pista, con quien había compartido numerosos triunfos.

Entre las victorias de su palmarés figuran la medalla de oro en Madison en el Campeonato mundial de ciclismo en pista de 1999 y 2006 y la de plata en los años 2000 y 2001, la Clásica de Almería en el 2000, una etapa de la Challenge de Mallorca en 2002 y 2003 y dos en 2006, una etapa de la Semana Catalana y una de la Volta a Cataluña en 2004, una etapa del Criterium Internacional en 2005 y una etapa de los Cuatro días de Dunkerque en 2006.

Isaac Gálvez se unió a la trágica lista de fallecidos en competición y se convierte en el ciclista número 22 que fallece en tales circunstancias.

Los que le precedieron fueron:
1935. El español Francisco Cepeda murió tras una caída durante una etapa del Tour de Francia que concluía en Bourg d'Oisans.
1937. El francés André Raynaud, campeón del mundo de medio fondo, murió en el transcurso de una prueba de ruta en Anvers.
1950. Una motocicleta embistió a la francesa Camille Danguillaume durante el campeonato de Francia en ruta, en Montlhery.
1951. Serge Coppi, hemano del gran Fausto, se cayó durante una etapa del Tour del Piamonte. El ciclista terminó la etapa pero murió al día siguiente.
1956. El belga Stan Ockers, campeón mundial de ruta, en una prueba en Anvers.
1967. El británico Tom Simpson, campeón del mundo de ruta, murió de una ataque al corazón, producto del dopaje, en la subida al Mont Ventoux, del Tour de Francia.
1969. José Samyn, de Francia, chocó contra un vendedor durante una verbena en Zingem (Bélgica).
1970. El belga Jean Pierre Monsere, campeón del mundo en ruta, chocó contra un coche que viajaba en sentido contrario durante el Gran Premio de Retie (Bélgica).
1972. El español Manuel Galera se cayó durante una etapa de la Vuelta a Andalucía.
1976. El español Juan Manuel Santisteban sufrió una caída durante la primera etapa del Giro de Italia.
1984. Joaquim Agostinho, de Portugal, atropelló a un perro en la meta de una etapa de la Vuelta al Algarve y murió diez días después.
1986. El italiano Emilio Ravasio se cayó en un descenso durante la primera etapa del Giro y murió dos semanas después.
1987. El español Vicente Mata fue arrollado por un coche durante el Trofeo Luis Puig, en España.
1987. Michel Goffin, de Bélgica, entró en coma después de una caída durante la vuelta del Haut Var y murió seis días más tarde.
1988. La holandesa Connie Meijer murió víctima de una enfermedad durante una prueba ciclista en Holanda.
1995. Muere el italiano Fabio Casartelli durante la decimoquinta etapa del Tour de Francia.
1996. Fallece el español José Antonio Espinosa durante el III Criterium Deporte y Vida de Fuenlabrada (Madrid).
1999. Pierde la vida el español Manuel Sanroma al sufrir una fatal caída al final de la segunda etapa de la Volta a Cataluña, en Vilanova i La Geltrú (Barcelona).
2000. Saúl Morales muere al ser arrollado por un camión durante la séptima etapa de la Vuelta a Argentina.
2003. Muere en el hospital de Saint Etienne (Francia) el ciclista kazajo Andrei Kivilev tras sufrir una caída el día anterior en la segunda etapa de la París-Niza.
2005. Fallece el italiano Alessio Galletti, de 37 años, durante la disputa de la XXIX edición de Subida al Naranco, celebrada entre Lugones y el monte ovetense.

Lo más triste es que Isaac Gálvez no ha cerrado la lista de ciclistas fallecidos practicando este deporte, o sus entrenamientos (recordemos el caso de los hermanos Javier y Ricardo Otxoa, que fueron atropellados en 2001). Pero no son sólo estos pocos profesionales quienes pierden la vida. Hay otros muchos casos de gente anónima que no salen en la prensa y que el público desconoce. Cada año mueren unos 100 aficionados al deporte de las dos ruedas, y hay más de 2.000 heridos en accidentes de tráfico por el mismo motivo. Lo peor es que, a pesar de estas muertes, las autoridades competentes no toman ninguna medida para solucionarlo, y que muchos ciclistas aún no han tomado conciencia de lo importantes que son las medidas de seguridad y el uso del casco, por lo que esta situación seguirá produciéndose indefinidamente.

Es importante que todos nos demos cuenta de que muchos de estos accidentes se podrían haber evitado si los ciclistas y los conductores circulasen con más precaución por nuestras carreteras, y respetando todas las normas de seguridad.

domingo, 2 de noviembre de 2008

Un paso atrás para el "Ciclismo Solidario"

"El equipo ciclista Continental Profesional Extremadura no tendrá continuidad como tal en la temporada 2009". Así comienza el comunicado de prensa que podemos leer desde el pasado lunes en la web oficial del equipo extremeño.

¿El motivo? El de siempre: el dinero. Este equipo no ha podido reunir el presupuesto necesario para continuar con el proyecto del Grupo Deportivo Extremadura. Pero un acuerdo con la Junta de Extremadura les permite crear un equipo Elite y Sub 23 de primer nivel para la próxima temporada, que llevará el nombre de su primer patrocinador. Spiuk tampoco les retira el patrocinio, aunque queda relegado a un segundo lugar, por detrás del gobierno regional.

La infraestructura profesional será mantenida en este nuevo proyecto. La plantilla estará compuesta por un grupo de 12 a 14 corredores, en su mayoría extremeños, que conjugarán la experiencia de los más veteranos con la ilusión de los más jóvenes. Al frente de la formación continuará como Director Deportivo Alfonso Rodríguez.

Recordemos que este equipo ha contado con corredores como Sergio Domínguez (primero en el Circuito Montañés 2005), Pedro Romero (ganador de la Vuelta a Extremadura 2006 y del segundo sector de la quinta etapa en el Circuito Montañés 2007), Juan Carlos Fernández (vencedor del prólogo del Tour de los Pirineos 2007), José Benitez (ganador del primer sector de la primera etapa de la Vuelta a León 2005), Jorge Ferrío (vencedor de la quinta etapa de la Vuelta a Portugal 2005), Javi Moreno (que se adjudicó la cuarta etapa de la Vuelta a Madrid 2007), Fernando Torres (ganador de la Vuelta tras os Montes 2007), Enrique Salgueiro (vencedor de la segunda etapa de la Vuelta a León 2005 y ganador de una etapa y la general del Tour de los Pirineos 2006), y los que quizá hayan sido los dos mejores corredores del equipo: Aitor Pérez Arrieta (ganador de la tercera etapa del GP Internacional del Oeste 2005 y segundo en la general , además de conseguir el maillot de lider del Uci Europa Tour 2005) y Jesús Javier Ramírez, más conocido como Javi Mancha (ganador de la montaña en la Klasika Primavera 2006, Vuelta a Madrid 2006, Tour de los Pirineos 2006 y Circuito Montañés 2007; segundo en la general individual de la Vuelta a Madrid 2006, tercero en la general del Tour de los Pirineos 2006, vencedor de la cuarta etapa del Cinturón Ciclista a Mallorca 2007 y de la cuarta etapa del Circuito Montañés 2007).

¿Su calendario? Estará compuesto por unos 80 o 90 días de competición. Como era de esperar, su objetivo principal será la Vuelta a Extremadura, disputando además todas las vueltas 2.2 españolas a las que sean invitados, así como la Copa de España Elite y Sub 23 y otras vueltas nacionales y pruebas de un día.

Este equipo está llamado a ser una de las principales formaciones de su nueva categoría. Ganas y valentía no les faltan. Además de las 6 victorias conseguidas en 2005, las 4 del 2006 y las 6 del 2007, lo demostraron cuando, a falta de un segundo patrocinador, decidieron formar una asociación o cooperativa (compuesta por 16 corredores, los 2 directores, 2 mecánicos, 2 masajistas y un médico) y ser sus propios patrocinadores, avalando los 200.000 euros que les faltaban para poder ser inscritos ante la UCI como equipo profesional (los otros 600.000 los aportaba la marca Extremadura y Spiuk ponía el material de competición). De ahí el nombre de Extremadura-Ciclismo Solidario.

Esta experiencia entronca directamente con el pasado más remoto del ciclismo, aquel en el que los corredores debían sufragarse sus propios gastos sin más recompensa que los premios que se pudieran alcanzar. Posteriormente los patrocinadores hicieron su aparición, primero en forma de marcas fabricantes de bicicletas. Más tarde, otras empresas decidieron invertir en los equipos ciclistas, debido en su mayor parte a que sus mandamases eran aficionados a este deporte. Con la mundialización del ciclismo llegaron las grandes multinacionales, con el afán de invertir y conseguir beneficios. Ahora, en estos tiempos de crisis y con la plaga del doping sobrevolando el deporte del pedal, los equipos pequeños como el Extremadura son los principales afectados.

Desde aquí les deseamos mucha suerte y esperamos que vuelvan pronto a su hasta ahora corta andadura en el mundo de los equipos profesionales.

domingo, 26 de octubre de 2008

El mito del Mont Ventoux

Jueves 13 de julio de 1967. El Tour está ascendiendo la 13ª etapa, con final en Carpentras. Un Tour de Francia notable por varios aspectos, como el regreso de las selecciones nacionales en lugar de las marcas comerciales, o la introducción del prólogo por primera vez en la carrera francesa, curiosamente ganado por el irundarra Jose Mª Errandonea. El favorito en la salida era Poulidor, pero una caída en los Vosgos le hace llegar a esta etapa sin opciones y trabajando para el líder y finalmente ganador del Tour, el también francés Pingeon. Sus máximos rivales son Julio Jiménez (el dominador de la montaña ese año y segundo en París) y Felice Gimondi (víctima de un desfallecimiento en los Pirineos que le sacará del podio).

Pero volvamos a esta 13ª etapa. La gran dificultad del día es la subida al "Gigante de la Provenza", el Mont Ventoux. El calor aprieta con dureza en la parte superior de la montaña, aquella que pasado el Chalet Reynard muestra la superficie sin vegetación del coloso, conviertiendo la zona en un paisaje lunar. Julio Jiménez ha lanzado un ataque que le despega del grupo de favoritos y que le hará pasar en primera posición por la cima. Por detrás, la selección francesa marca el ritmo, y del grupo de favoritos se empieza a descolgar un ciclista de la selección británica. Es ni más ni menos que Tom Simpson, primer británico en ganar el Campeonato del Mundo y primero también en portar el maillot amarillo del Tour. Pero no es un simple descolgado. El corredor empieza a hacer eses en la carretera. Cada vez más pronunciadas. Sus movimientos le hacen ir de un lado a otro de la calzada. Hasta que finalmente tiene que parar. Un grupo de aficionados se abalanza sobre él. Todo lo que pide el inglés es que le dejen continuar. Los espectadores tratan de ayudarle para que siga dando pedaladas. Pero es inútil. Apenas unos metros más adelante, cuando aún sigue rodeado de gente que trata de que avance, sus piernas dicen basta. Deja de dar pedales. Es el fin. Cada vez más encorvado sobre la bicicleta, los aficionados le recuestan sobre el suelo, a un lado de la carretera. Intentos de reanimación. Los médicos llegan para ayudar. Desconcierto. Al poco rato, un helicóptero aterriza en la falda del Mont Ventoux y rápidamente vuelve a ascender camino de Avignon, evacuando el cuerpo de Tom Simpson. Minutos después, 17:40 horas, el Hospital de Avignon da el parte: Tom Simpson ha muerto.

El Mont Ventoux se acaba de cobrar una víctima, el corredor cuyo nombre y leyenda quedarán asociados para siempre al "Gigante Pelado". Poco importa que, en el largo descenso, el grupo de favoritos diera caza a Jiménez y que en Carpentras la victoria de etapa fuera para Janssen. La caravana del Tour estaba conmocionada. Las noticias se extendieron con celeridad: a Simpson se le encontraron anfetaminas en los bolsillos de su maillot. La combinación de éstas con el alcohol que supuestamente había ingerido previamente, el esfuerzo realizado por el británico y el excesivo calor que se sufría esa tarde, le provocaron una deshidratación y finalmente su fallecimiento. Los máximos responsables del Tour, Félix Lévitan y Jacques Goddet, dan una conferencia en la que abogan por que este hecho luctuoso sirva para eliminar el uso de drogas como las anfetaminas en las carreras. Los ciclistas piden la suspensión de la etapa del día siguiente, que acaba corriéndose, pero con la victoria pactada del también británico Barry Hoban. Al funeral solo acudirá un ciclista, un joven belga compañero de equipo de Simpson en Peugeot: Eddy Merckx. El Tour del 67 acabará con la victoria de Pingeon, pero con el recuerdo asociado de la muerte de Tom Simpson. Y el Ventoux, ¿cargará para siempre con ese recuerdo?

El Mont Ventoux se encuentra en la región de la Provenza. Orográficamente encuadrado en los Alpes, siempre se le ha considerado aparte, debido a su soledad. No hay otras dificultades de su magnitud en los alrededores. Eso ya nos da una primera pista para adivinar de donde viene su mito. "El Gigante de la Provenza" es un sobrenombre que le identifica muy bien.
Tiene un nombre que nos da más pinceladas de su particularidad. Ventoux viene de "ventoso", debido al mistral, que azota su cima en numerosas ocasiones y provoca que el viento sea uno de los factores decisivos cada vez que una carrera ciclista sube hasta su cumbre. Su aspecto lunar, puesto que la parte más alta de la ascensión (a partir de Chalet Reynard) carece de vegetación, le ha valido otro de sus sobrenombres: "El Monte Pelado". Esta falta de vegetación se debe a las talas masivas realizadas durante la Edad Media. Por último, las reseñas históricas indican que Petrarca fue el primero en subir al Ventoux y dejar constancia escrita de ello.

Así pues, nos encontramos ya con numerosas particularidades de este monte mítico, que lo hacen único. ¿Y en el mundillo ciclista? ¿Por qué tiene esa enorme fama, aparte de por el suceso que inicia esta entrada del blog?

El Mont Ventoux, curiosamente, se ha ascendido muy pocas veces en comparación a otros colosos míticos del Tour. Solamente en 13 ocasiones. Pese a tener 3 vertientes, la de Bedoin (22 km de subida al 7,6%) es la más famosa, puesto que se ha subido siempre por ella, excepto la primera ocasión, que se subió por Malaucène. Veamos ahora cuales han sido los grandes momentos de la tormentosa relación entre el Ventoux y el Tour de Francia.

La primera ocasión, como ya indicamos, fue por Malaucène en el 1951. Lazaridès coronó el Ventoux en primera posición, aunque la etapa sería ganada por Bobet. Al año siguiente se repetía la subida, pero esta vez por la vertiente que se asentaría como definitiva, la de Bedoin. Robic coronaría y se llevaría la etapa, en un Tour dominado por Coppi de principio a fin. En el 55, Bobet volvería a llevarse la etapa del Ventoux, esta vez coronando también en primera posición. Ese año, el Gigante de la Provenza estuvo a punto de cobrarse su primera víctima: el francés Jean Malléjac, en medio de la subida, sufrió una crisis similar a la de Simpson años después. Por suerte, se le pudo trasladar al hospital y todo quedó en un susto. La tragedia rondaba las laderas peladas, pero aún tendría que esperar.

En 1958, por primera vez, el Tour finalizó una etapa en la alto del Ventoux. Además, era una contrarreloj. Fue el día elegido por Charly Gaul, "el ángel volador", para dar una de sus mayores exhibiciones, venciendo por delante de Bahamontes en uno de los mejores duelos de la historia. En una etapa de 21 km el tercero, Dotto, quedó a más de 3 minutos. La leyenda (positiva) del Ventoux comenzaba a forjarse.

En 1965 se volvió a subir el Ventoux en línea. Fue una gran victoria de Poulidor, en el único día malo de Gimondi durante ese Tour, que el italiano se adjudicó de forma sorprendente pero con una total autoridad.

En 1967 ocurrió el trágico hecho de la muerte de Tom Simpson, que marcó esa edición del Tour y la historia del Mont Ventoux. El coloso daba miedo, había algo sobrenatural en esas laderas huérfanas de vegetación.

La siguiente ascensión, 1970, vió como Eddy Merckx, "el canibal", dejaba su impronta. Como todo en su vida deportiva, su victoria fue desmesurada, atacando al grupo de favoritos a más de 12 km de la meta, cuando aún no se había llegado al Chalet Reynard y la vegetación aún era abundante. Realizó unos kilómetros con la compañía de Agostinho, hasta que lo soltó. Hizo toda la parte final de la ascensión en solitario, pasando junto al monumento en memoria de Tom Simpson y llegando a meta exhausto. Apenas podía articular palabra en meta. Vandenbossche completó el doblete belga, pero sufrió peor suerte que su compatriota: debido al esfuerzo tuvo que ser conducido a la ambulancia para que se recuperase.

En 1972 Thevenet se impuso en la meta del Ventoux mientras Merckx y Ocaña pugnaban por detrás, consiguiendo el belga el segundo puesto. El 1974 el paso destacado por la cima corrió a cargo del cántabro Enrique Aja, superando en toda regla a Merckx. Pero la etapa no terminaba allí, y en el descenso hasta Orange hubo reagrupamiento, con victoria para Spruyt.

Trece años tuvieron que pasar para ver la siguiente ascensión al Ventoux, en 1987. El hueco más largo sin que "el Monte Pelado" estuviera en el recorrido del Tour desde su primera aparición. Pero la espera mereció la pena, porque el francés Jean François Bernard regaló una de las mejores etapas de la historia. Curiosamente, como en la exhibición de Gaul 29 años antes, fue una cronoescalada, esta vez arrancando de Carpentras, con una primera parte llana. En esa primera parte Bernard voló, sacando unas grandes diferencias a sus rivales. Todos pensaban que en la ascensión del Ventoux el corredor del Toshiba se hundiría y perdería su ventaja ante escaladores como Herrera y Delgado. Pero cuando Bernard apareció en el último kilómetro (un último kilómetro que era cogido entero por las cámaras de televisión y que estaba completamente abarrotado de público), todo el mundo fue consciente de que estaba ante una exhibición sobrehumana. Venció con casi dos minutos sobre sus mejores rivales, Herrera y Delgado, arrebatando el maillot amarillo a Mottet. Para la prensa francesa, acababa de nacer el sucesor de Hinault. La pena fue que al día siguiente una emboscada del Systeme U, el equipo de Mottet, le hacía perder el liderato y Bernard nunca volvió a ser el corredor que prometía, pese a sus contadas exhibiciones de clase.

En 1994, la caravana del Tour volvió a pasar por el Ventoux, de camino a Carpentras. Una nueva gesta tuvo lugar allí, puesto que el gigantón italiano Eros Poli, un corredor sin ninguna habilidad escaladora, protagonizó la fuga del día en solitario, presentandose en la falda del puerto con 22 mintutos de ventaja sobre el pelotón. Su ascensión fue un auténtico martirio, con una velocidad exageradamente lenta. Pero consiguió mantener unos 4 minutos en la cima, que le permitieron llegar a la meta como ganador, entre lágrimas de alegría. En el descenso, la tragedia sobrevoló la carrera una vez más, puesto que el líder, Miguel Induráin, estuvo a punto de tener una caída al perder el control de la bicicleta. Con una sangre fría increíble pudo dominar su máquina, pararse por completo y reanudar la marcha sano y salvo. Ese día, uno de los corredores que no tomaron la salida fue el campeón del mundo, Lance Armstrong.

Un Armstrong protagonista de las dos últimas ascensiones al Ventoux, en los años 2000 y 2002. En la primera de ellas compartió el protagonismo con Marco Pantani. "El Pirata", tras el affaire del Giro 1999, no había recuperado la forma previa, pero conservaba calidad como para hacer lo que hizo ese día. En los últimos kilómetros de etapa, el grupo de favoritos marchaba agrupado y Pantani iba por detrás de ellos haciendo la goma. El italiano sacó su casta y en uno de los momentos que había contactado con el grupo decidió atacarles, yéndose por delante con el colombiano Botero, al que posteriormente dejó. Al rato, Armstrong también saltó de ese grupo y llegó, con relativa facilidad, a la altura de Pantani. Se pusieron a relevar, pese a que a Pantani le costaba seguir el ritmo del estadounidense, llegando al punto de descolgarse en algún momento. Finalmente se plantaron juntos en la línea de meta, donde Armstrong no hizo esfuerzo por esprintar y Pantani consiguió la victoria. Posteriormente Armstrong dijo que había regalado la etapa a Marco, lo cuál hirió el orgullo de éste, que decidió no dar cuartel al americano en lo que quedaba de Tour.

Por último, la edición del 2002 no tuvo más historia que la victoria de Richard Virenque, escapado en una fuga inicial, y el ataque de Armstrong en el grupo de los favoritos en respuesta a otro ataque de Beloki. Lance estuvo cerca de alcanzar a Virenque, pero finalmente el francés levantó los brazos mientras Jean Marie Leblanc (el director del Tour), que le había vetado tras el affaire Festina, tenía que aplaudirle desde el coche del director de carrera, en unas imágenes impagables.

Ésta es la relación hasta ahora del Tour y el Gigante de la Provenza. En 2009 se escribirá un nuevo episodio. No cabe duda de que el Ventoux ha deparado numerosos momentos memorables de la ronda gala. Pese a que la edición de 1967 está marcada por la tragedia, otros muchos momentos están impregnados de un aura heróica. Y para volver a disfrutar de otro de esos episodios, tendremos que esperar sólo 9 meses, hasta la próxima edición de "La Grande Boucle".